viernes, 11 de julio de 2008

WWWWWWWWWW

DOMINGO, 20 DE JULIO DE 2048

WWWWWWWWWW

Mientras esperaba a Brenda me puse a orinar una hamburguesa gigante que estaba encima de uno de esos restaurantes de comida rápida.

El parque estaba cerca, me baje del techo antes de que alguien me viera y fui a sentarme en uno de los banquitos.

Un grupo de gente empezó a burlarse de mí porque son unos hijos de puta.

Temblando de ira saqué del bolso mi vieja Playstation y un martillo. Levante mi martillo, ahora me miraban como si fuera un dinosaurio.

Golpeé con todas mis fuerzas la consola gris, logrando romper una buena parte. Pero eso no fue lo más divertido. Liberé cientos de cucarachas que corrían como una plaga encima de la banca dirigiéndose a los que se burlaban.

Golpeé de nuevo la playstation y miles de cucarachas más salieron a invadir los almuerzos, del padre, la madre, el hijo y la hija menor.

Entonces feliz y putrefactamente…

- Hola, Damian ¿Cómo estas?

Por fin había terminado la espera. Le dije que si volvía a hacerme esperar como hoy mataría a su gata.

La invite a que pasáramos por la tienda a comprar caramelos ácidos.

Los caramelos Sick al principio son dulces pero a medida que los vas masticando se van haciendo más y más ácidos, nunca existe el momento en que dejan de ponerse más ácidos.

Brenda y yo nos sentamos en una banca a masticar chicles. El acido me estimula.

A Brenda se le salían las lagrimas por eso escupió el chicle al piso y notamos que formaba una espuma verde como si tratáramos con ácido sulfúrico o destapacañerías.

Yo al rato tampoco podía soportarlo.

Las nuevas quemaduras en mi lengua me gustaban.

Brenda y yo caímos al piso porque nos dio como demasiado sueño en ese momento.

Cuando despertamos estábamos en un autobús. Preguntamos para donde iba el autobús y nos dijeron que para entelequia.

Yo tenia una cicatriz en el estomago que indicaba que me habían robado un riñón. Brenda también pero supongo que se habrán decepcionado al descubrir que era un robot.

Pues ya que, me robaron un órgano, igual se puede vivir con uno solo así que no me iba a deprimir sabiendo lo comunes que son ese tipo de contrabandos.

Observe por la ventana el sol escondido entre las nubes. Podías ver las nubes coloreadas con la pintura del sol.

Si mirabas hacía la derecha encontrarías montañas… y si a la derecha un lago.

Me sentía bien al percibir que algo pasaría cuando llegáramos a esta rara entrada al cielo que era el sol entre las nubes.

Teníamos las ventanas abiertas porque nos gustaba sentir la brisa, ya estábamos cerca de la puerta. Me emocioné cuando estábamos realmente cerca…

Y llegamos.

[URL=http://www.slide.com/s/1PwIn1xS3j-CYwi7gJ-4gf23RD5TOtIp?referrer=hlnk][IMG]http://widget.slide.com/rdr/1/1/3/W/130000000e7a9388/1/212/mDmCMgiy4z_AKhMv01en00sqZ_lkzIbH.jpg[/IMG][/URL]

Esa fue la mueca de asco que hicimos el chofer y los pasajeros a causa del mal olor que había llegado.

Repugnante…

Mientras los otros se quejaban diciendo cosas como “Huele a culo” o “¡Dios mió!” yo golpeé mi rostro contra el asiento y aguanté la respiración.

Sentí que me liberé de una pesada carga cuando el olor se fue, me volteé y mire por la ventana de atrás.

El lago estaba repleto de peces muertos.

Un helado gigante de vainilla que había caído del cielo los había aplastado

El autobús hizo parada en la casa de Brenda. Ella me había invitado a comer, estábamos hambrientos.

Brenda saco 4 kilos de carne del congelador y me sirvió. Brenda me dijo que en su casa comian todo con los palillos, que si no me importaba.

Le respondí que para nada.

Comento que la carne la había traído su abuela de Miami.

Cuando acabamos nadie quería lavar los platos porque ninguno de los dos habíamos quedado satisfechos con la carne cruda de Miami.

Por eso entramos a la habitación de la abuela y rompimos el candado del armario en donde escondía los pepitos que también había traído de Miami. Reventamos y reventamos cientos y cientos de bolsas en la habitación haciendo una piscina de palitos de queso.

La abuela llego de su clase de Tai-Chi y cuando abrió la puerta de su habitación nos encontró echados en el suelo con las barrigas llenas.

Como pusimos a la señora en una situación tan extrema buscó un bate y nos golpeo hasta hacer una piscina de sangre en la habitación.

Luego nuestros cadáveres los puso en venta cuando regreso a Miami en los mostradores de su carnicería (sic).

No hay comentarios: